miércoles, 16 de junio de 2021

El universo responde

El universo me escucha y sabe de sobra, que hago lo que puedo en la situación en que me encuentro.
Cómo hija de católicos, pongo la otra mejilla, cada vez que encajo un golpe.
Pero la cara se gasta, la dignidad se quiebra y la espalda... ya no soporta más ni el peso, ni la carga.
No somos tan modernos, como a priori creemos, a esta sociedad le faltan todavía mil batallas.
Para que una mujer, madre y ama de su casa, sea por fin y por todas respetada de una vez cómo su gran Dios lo manda.
La hipocresía nos rodea en la panadería, en el mercado o en la plaza. 
Nos miran con intriga, pero a su vez con desdén.
Y se preguntan.... -Cómo lo hace? Si no hace nada, esa mujer!
Lo que los demás no saben, es que nosotras. Las mujeres empoderadas, no necesitamos permiso para ser nosotras mismas.
Somos una especie que, aunque todavía escasas, cada vez somos más grande pero menos comprendidas, porque nuestro mayor dogma es ser mejores de lo que éramos antes. 
Y el valor cuenta por dos! Porque nuestro propósito primigenio, es cuidar de la familia sin perdernos a nosotras mismas.
 Porqué cuando tú eres tú, sin lugar a dudas el universo responde. Y entonces pierdes los miedos, la inseguridad o las dudas para gritarle a los vientos que aquí estás, completamente segura. ;) 

lunes, 10 de septiembre de 2018

La verdadera pero desafortunada historia de la “Última encuadernación del mundo”.






La verdadera pero desafortunada historia de la “Última encuadernación del mundo”.



Un impetuoso y enérgico empujón abrió de par en par las puertas de la vetusta copistería.
-      - Lo siento! Ya sé que es tarde, pero aún me puede atender?
Verborreó entre toses y respiraciones ahogadas el chiquillo que se intuía tras el mostrador y bajo los pelos desgarbados que se veían a ras de tabla.
-      - Estábamos a punto de cerrar. Perooo… en qué te puedo ayudar?
Dijo solicito el dependiente/dueño/electricista/ limpiador/ fontanero…
El muchacho tardó unos segundos en contestar, hasta recobrar el aliento y contra todo pronóstico deslizó un bloque de hojas, tamaño DIN-A4, hacia él. Mientras que con la mirada cacha le espetó:
-     - Podría encuadernarlo por favor? Qué tardaría?
Y contando las monedas que sostenía en una mano, titubeo:
-      - Y cuanto me va a cobrar?
El dueño inmediatamente, casi de manera inconsciente, soltó las llaves y todo lo que llevaba en sus manos sobre el expositor que tantos años le había acompañado (o mejor dicho, refugiado) y se incorporó para poder prestarle mayor atención.
Se llevó la mano diestra al mentón y con pose pensativa le propuso:
-      - No te preocupes niño! Ni por las horas, ni por el dinero. Que no te pienso cobrar. Únicamente te pido una cosa…
“Tu encuadernación va a ser la última que se haga en esta casa y posiblemente en este pueblo… Así que la moneda para este intercambio te pido que sea tu palabra! Que cuentes y expliques a lo largo de los años que hubo un tiempo en el que la gente escribía en el papel y las páginas de los libros se unían mediante espirales”.
El menudo sonrió y afirmó con la cabeza. Y durante todo el proceso de encuadernación se mostró atento, entregado y ávido.
Cuando el dueño terminó, sostuvo lo que ahora ya era un libro sobre la caja registradora, abanicó sus páginas a modo de reafirmación y se lo entregó al muchacho.
Justo un segundo antes de que éste saliera por la puerta, le preguntó:
-      - Dime! Cuál es su título?
A lo que el pequeño respondió:
-      - La verdadera pero desafortunada historia de la “Última encuadernación del mundo”.



(Historias en papel... pero que somos cavernícolas!)

“NO HAY MEJOR PRESENTE QUE EL MOMENTO”



“NO HAY MEJOR PRESENTE QUE EL MOMENTO”

Hoy escuché, no sé muy bien donde, que cuando no sepas que más hacer ante un contratiempo sólo piensa y siente AMOR. Resulta que he tenido la oportunidad de poner esta idea en práctica antes de que finalizara el día y me ha resultado tan interesante como concepto que no he podido evitar escribir sobre ello.
En
ocasiones la vida se empeña en llevarnos por derroteros inesperados mientras nosotros nos obcecamos en transitar caminos opuestos. Las cualidades como la flexibilidad o la resiliencia pueden ser grandes aliadas en estos momentos pero no es fácil ser conscientes de ello justo en el preciso instante en que un o lo está experimentando.
La sabiduría ancestral dice: “si un problema tiene solución, búscala y si no la tiene para que preocuparte”. Si por un breve espacio de tiempo lográsemos aplicar esta gran verdad espiritual en nuestras vidas nos daríamos la oportunidad de vivenciar el impacto tan positivo que esto generaría en nuestra existencia.
A menudo las prisas, el ajetreo y las preocupaciones hacen que perdamos de vista nuestra orientación primigenia, que desoigamos nuestra voz interior y que cuestionemos nuestro conocimiento inherente. Son sólo unos pocos los que logran re-conectar con su esencia, con su centro, a través de la meditación, el yoga, el mindfulness o algunas de las diversas disciplinas que nos conducen a ello. El resto corremos como pollos sin cabeza, un día tras otro, intentando convertirnos en personas productivas, resolutivas o creativas, alejándonos ineludiblemente de nuestro propósito con cada paso que damos.
Cuando una pérdida significativa nos azota y nos lastima solemos echar el freno, habitualmente durante algunos días, en ocasiones hasta semanas, pese a que el dolor por este trance nos acompañará durante el resto de nuestros días. Sea como sea, suele ser un periodo en el que deambulamos en la más absoluta soledad y en un silencio tan encarnizado que somos capaces de llegar a escuchar nuestra propia alma. Sin embargo retornamos inexorables a nuestra frenética actividad creyéndonos portadores de razón y verdad. Aunque al poco volvemos a perdernos entre las prisas y el tumultuoso ruido que acompaña nuestro andar. Ese ruido que paradójicamente es el que nos aleja de alcanzar todo aquello por lo que luchamos febrilmente, convertirnos en personas productivas, resolutivas o creativas.
El origen de tanta incoherencia y sufrimiento proviene de nuestra incapacidad de estar en el momento presente. A todas horas nuestra mente nos advierte de lo que podríamos perder con ciertos comportamientos o nos ilusiona con versiones de una vida que en contadas ocasiones se convierte en nuestra. Simultáneamente nuestro vientre se contrae y se dilata, iniciando así un baile frenético y desgarrador que súbitamente conecta con la zona de nuestro cerebro que rige los recuerdos y nuestras emociones comienzan a ejercer su poder, haciéndonos sentir: resentimiento, melancolía, vergüenza, temor, desaprobación. Es así como vivimos desde que nos levantamos hasta que, después de supeditarnos a nuestra mente los últimos minutos del día, caemos rendidos aguardando con esperanza el nuevo amanecer. Es esta reflexión la que me ha llevado a titular este texto: “No hay mejor presente que el momento”. Y lamentablemente no somos capaces de verlo.
En realidad no es más que un tema de rendición, de tener fe, de confiar en que merecemos lo mejor. Se trata de una cuestión de desapego para con las motivaciones superficiales, lo esencial radica en tener claro lo auténtico y genuino que anhelamos en la vida, en trabajar con pasión y determinación para crear las condiciones idóneas para lograrlo y finalmente de despreocuparse del resultado, manteniendo una certidumbre inmutable en que obtendremos sin lugar a dudas justo aquello que tan intensamente deseamos.
Conozco maestros que trabajan este aspecto a través de las “visualizaciones y afirmaciones”, he leído a iluminados que nos advierten que “el Tao no hace nada y no deja nada por hacer”, me nutro a menudo con ejercicios en los que construir un “Puente al futuro” pero desde mi más humilde sinceridad confieso que soy completamente consciente de la teoría pero que a la hora de poner estos conocimientos en práctica soy tan humana y mundana como el resto de mortales que corremos por ahí, como pollos sin cabeza.
Me atrevería a decir que es en esto precisamente en lo que consiste crecer, despertar. En identificar nuestras inquietudes, seguidamente aprender todo lo que podamos al respecto y continuar por integrar poquito a poco ese aprendizaje a nuestro ser. Porque si algo es ineludible, es que una vez despiertas ya no puedes volver a cerrar los ojos.

miércoles, 23 de agosto de 2017

Barcelona






Un quinquenio la separa de sus agraciados treinta.
Ella piensa en estos tiempos que corroen su existencia.
De pequeña, a duras penas, salió ilesa de los golpes.
Ahora la ciudad tiembla, presa de fanáticas revoluciones.

Llora dando gracias, porque estén a salvo los suyos.
Llora sintiendo pena, porque este mundo enloquece.
Sola, siente en el cobijo de un hogar yermo y vacío.
Sola, entre cuatro paredes anhela que esto por fin cese.

Le dieron alas enormes para ubicarse bien lejos,
pero su corazón late firme solo si les sabe ilesos.
Ganó a base de estudio y de vida, una mente amplia
aunque al ver los titulares se resiente enormemente.

Y piensa, eso es lo que pretenden robarnos.
Lo que desde generaciones tanto nos costó ganar.
Y sufre, porque hallan personas
qué en nombre de su dios, estén dispuestas a matar.


Solo nos faltaba la Condal, ánimo y fuerza a mi ciudad natal!


domingo, 20 de septiembre de 2015







El poema es el mensaje

                                                                                          
Sin pensar en lo que escribo,
suelo bailar sobre el lienzo.
Imperiosamente libre,
sin directriz, ni pretexto.
  

Dando forma a las ideas,
conforme avanzo en la página.
Creando desde la nada,
hermosas palabras aladas.


A veces caigo en la cuenta,
que tecleo y luego pienso.
Y cuando leo lo escrito,
me deleitan bellos versos.


Es justamente por eso,
que jamás me otorgo mérito.
El poema es el mensaje,
mis dedos el mensajero.

                                               







Dando remiendos…

Aquí me encuentro de nuevo,
dando remiendos al alma.
Pobre ilusa que creía
que contigo envejecería.

Lamento esos momentos
en los que tú más esperabas.
Ojala supiera borrar
aquellos en los que tú no estabas.

Ahora esto ya da igual,
pusimos siempre el corazón
y en ocasiones la entrega.

Maldito nuestro gran descuido,
no atender a la razón.

Que tanto y tan alto hablaba,
decía que juntos ardía Troya
y nos lastimaríamos el alma.

Como dos adolescentes nos besamos,
nos amamos, nos juramos futuro y amor.
Y con la misma vehemencia
nos destrozamos el corazón.

Dejándolo hechos añicos,
conviviendo por el día
en escrupulosa corrección
y añorando ya de noche el fuego y la pasión.


Bebimos del elixir
de la esperanza y el cambio,
perdiendo de rumbo el temple
y jugando a ser Dios.

Creyendo como chiquillos
que salvaríamos nuestros contras
y potenciaríamos los pros.

Disuadiendo la coherencia
 y amilanando el delirio.
Pasando de ser amantes
a cargar con un dilema.

Nunca habría imaginado
 que pudiera doler tanto
 ese tiempo que aguanté
al final estando a tu lado.

Pero jamás, podría haber pensado
que para ti fuera tan fácil
encontrar un nuevo amor
y volver a caminar, tan rápido y renovado.

Con mi más noble afán,
te digo que para mí
no existe mayor dicha
que por fin verte feliz.

Y si ha de ser alejados
pero bien acompañados
y si lo que anhelabas lo hallaste
en otro ser y otros brazos.


Desde el fondo mi alma te deseo, porque lo mereces,
que halles la felicidad y la calma,
que encuentres ya de una vez
lo que hace tanto tiempo que buscabas.



 

Vivir es nacer a cada instante.











Vivir es nacer a cada instante.



                         
                                          (Erich Fromm)